Jugar con una pistola de 100 balas... cargada solo con 17

Cuando la Iglesia y los movimientos católicos protestan contra las campañas de "prevención" de las administraciones -campañas que más que combatir el SIDA parecen promover el consumo de preservativos- es fácil que gobernantes y personas desinformadas digan: ''que se calle la Iglesia; el SIDA mata gente y los curas prohíben el preservativo por sus extraños tabúes morales; que hagan algo útil''.
Lo cierto es que la Iglesia es la institución más útil y comprometida mundialmente en la lucha contra el SIDA. Pero sucede que no se sabe.
Según la FIAMC (la ''internacional'' de médicos católicos, con 30.000 profesionales de 54 países), uno de cada cuatro enfermos de SIDA del mundo está atendido por la Iglesia Católica (25%). El 9,4% de las personas atendidas acuden a organismos eclesiales y el 15,1% a ONGs católicas.
Según el Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud (el ''ministerio de sanidad'' del Vaticano), la Iglesia proporciona atención al 25% de los enfermos usando sólo el 20% de los recursos destinados a esta enfermedad en todo el mundo. Además, estos recursos los recauda la Iglesia en su gran mayoría de fuentes privadas y caritativas, y no de gobiernos. En los países pobres, donde la medicina no es un negocio, la Iglesia asiste al 60% de los afectos por el SIDA.
La realidad cotidiana es que la Iglesia lidera la lucha cotidiana contra el SIDA en hospitales, dispensarios, centros de acogida, orfanatos... aunque no se la escuche en los grandes foros de debate. El doctor Simón, delegado de la FIAMC para Europa, se quejaba el pasado julio en la XIV Conferencia Internacional del Sida, en Barcelona, de que la Iglesia Católica y las diversas congregaciones protestantes (que también realizan un importante papel asistencial) ''han sido injustamente marginadas e ignoradas en esta Conferencia".
Un pequeño libro para difundir en los institutos
Para romper este silencio y para dar testimonio, Grafite Ediciones ha recogido las historias e informaciones de muchos de los principales protagonistas católicos en la lucha contra el SIDA. Se trata de un librito pequeño, de apenas 100 páginas, lleno de testimonios personales, de vivencias y experiencias reales. Se lee rápido y debería circular en grandes cantidades por institutos, colegios, academias y escuelas de la Iglesia.
Por un lado enseña a los jóvenes que el SIDA es un peligro y un drama real. Por otro, abre una ventana a los testimonios de entrega y generosidad de laicos, sacerdotes, enfermeras, médicos y misioneras de todo el mundo. Por último, enseña con claridad que la Iglesia ama a sus hijos, cuida a los enfermos y proclama la verdad. Mucho fruto en pocas páginas.
El padre Joan Antoni Mateo, encargado de resolver las dudas de los lectores del semanario Cataluña Cristiana, remarcó el valor pedagógico del libro en su presentación: ''como profesor en institutos he visto que los jóvenes desconocen la realidad de la Iglesia, y por eso en España es la institución con menos popularidad entre los jóvenes. Pero la Iglesia, luchando contra el SIDA, hace mucho, imitando a Jesús con los leprosos. En este libro hay testimonios, doctrina y vida, y al leerlo caerán muchos prejuicios, porque nadie puede amar aquello que desconoce''.
El editor del libro, José Antonio Herrero, de Editorial Grafite, explica su relación con el libro y la enfermedad:
''-Yo la he vivido a través del drama de unos amigos íntimos, con un hijo y una hija seropositivos, y los dos murieron. La Iglesia Católica tiene algo que decir sobre esto, sobre el sufrimiento. Ofrece soluciones a los problemas del hombre que los políticos no tienen, porque los políticos buscan votos mientras que la Iglesia piensa en el que sufre, porque su Fundador sufrió, y sufrió hasta el extremo. Este libro recoge respuestas concretas de la Iglesia concreta ante unos sufrimientos concretos''.
El cardenal de Barcelona, Ricard Maria Carles, también dio su testimonio respecto a la enfermedad:
''-Hace años, cuando el SIDA era aceleradamente mortal, teníamos los centros de enfermos de SIDA de la Iglesia camuflados, para no asustar a los vecinos; yo los visitaba... y me impresionó el estilo perfectamente humano con el que los enfermos llevaban su enfermedad, con serenidad, con elegancia, si se me permite decirlo, ayudándose unos a otros. Los miré con respeto porque en otros centros no he encontrado ese talante humano''.
Cuando la prevención está mal enfocada
Los textos del libro han sido recogidos por Médicos Cristianos de Cataluña, que actualmente recrimina a la Generalitat catalana su insistencia con una campaña más de difusión de preservativos en vez de optar por medios alternativos basados en la formación. ''Tanta campaña para jóvenes basada en el condón es absurda: si miramos los datos epidemiológicos en la misma web de la Generalitat veremos que no existe prácticamente el contagio infantil-juvenil, que el virus en Cataluña se adquiere hacia los 30 y se desarrolla la enfermedad a los 40, con excepción de los drogadictos.
El preservativo falla como método de barrera entre el 11% y el 17% de casos... las campañas deberían avisar al menos de que es una barrera con límites.
Virológicamente, hay un riesgo y epidemiológicamente las campañas de preservativos no tienen sentido'', explica el doctor Simón.
El cardenal Carles lamenta el recurso fácil del condón. ''Es como animarles a jugar con una pistola para 100 balas... cargada con 17. Parece que los formadores no tengan confianza ni esperanza puesta en los jóvenes, que renuncien a formarlos.''
Más allá de los errores de las administraciones y de las campañas que se quedan cortas, la Iglesia atiende a los enfermos y necesitados. La institución que Cristo fundó acoge en sus centros a uno de cada cuatro enfermos de SIDA del mundo. Miles de hombres y mujeres se desviven por ellos viendo en el enfermo a otro Cristo. Todo esto merece darse a conocer.

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